lunes, 28 de marzo de 2011




No se por qué adoro contradecirme y autodestruirme. Puede que simplemente sea un síntoma de esta enfermedad, o una ventana a la locura, no lo se, pero mientras tanto... disfrutaré esos pequeños momentos de cordura que me permiten ver las cosas claras y disfrutar de la vida.







Lo peor de esto es que disfruto con esos momentos, en los que mi mente se colapasa y no hace más que pensar en un sola cosa: COMIDA COMIDA COMIDA. Una parte me dice que coma, otra que no; una parte en mi cabeza me dice que las drogas y el alcohol son malas, pero la otra dice que eso no importa, que me lo hacen pasa bien y me olvido de todo, sobre todo de la comida; una parte dice que no tengo que estar con un chico para sentirme especial, segura y guapa por un instante; la otra que aunque eso sea verdad lo importante es pasar un buen rato con una buena compañia.







Aunque siempre hay un momento en el que vuelvo a ser una sola, y ese momento es cuando llega la hora de castigarse por na haber hecho lo correcto, o simplemente por no haber hacho caso a una de mis dos partes. Cuando la cuchilla toca mi piel, rasgándola y habriendo una profunda herida, cuando la sangre brota sin cesar, ahí es cuando mi mente se siente en una relativa armonía, que acaba cuando pienso cómo ocultar las muestras de mi destrucción, esas míseras cicatrices que no representan más que una pequeña parte del dolor que siento. Hirónico, cuando me maltrato psicológicamente soy como dos personas diferentes que me dicen estas delagada, estas gordas, come, no comas, vales mucho, no vales nada... pero cuando me maltrato físicamente esas dos partes se unen, y disfrutan viendo cómo mi cuerpo sufre al menos un cuartode lo que sufre mi mente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario